viernes, marzo 25

Sé que no vendrás

Deberías venir y recostarte a mi lado a mirar las estrelllas o simplemente dejarme disfrutar de tus ojos. Deberías bajar la guardía y evitar que tus espinas me alejen y lastimen (a menos que eso desees), porque poco a poco he cortado las mías para poder resguardar lo que ha ido brotando entre esta maleza que recién comienzo a podar con un poco de inseguridad.

Dejaré a un lado la cultura pop y los screenshots que suelen hablar por mis sentimientos para decirlos por primera vez de frente (espero no salgas huyendo). Deberías quedarte, será un espectáculo único: humillarme o tragar mi orgullo, como tu lo prefieras ver.

Debería cambiar mis hábitos de infancia, pero no sé por qué comencé a correr antes de caminar, la precocidad nunca fue un impedimento para hacer durar algo.
Aun recuerdo esa tortuosa espera,una lección no muy bien aprendida,  la  ilusa niña de siete años creyendo que él llegaría para tomar un paseo que nunca sucedió, el primer hombre que puso el ejemplo y sentó las bases de su pesimismo.

Debería pertenecer a mi generación, cantar falsos himnos, comulgar con las ideas que se susurran, usar los hashtags de combate y luego embriagarme con cerveza importada para despotricar por muros que aun no se construyen en vez de intentar derrumbar los ya existentes; debería hacer eso en vez de crear mundos aleatorios y construir esa mirada de loca que poco a poco va cobrando vida conforme pasan los días.

Deberías venir si aun lo deseas, si tu orgullo lo permite puesto que yo he colgado el mío y claro, si te es sincero. Debería  quizás  pasar la página y hacer las pases con el destino en vez de intentar evitarlo (karma ¡ya déjame en paz! creo que  has cobrado todo).

O quizás debería aceptar que esto terminó, pues a fin de cuentas, dentro de mi sé que no vendrás.


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